(La entrevista a un vagabundo de Poza Rica. Esto fue en junio 2011. Pero me agradó rescatar el texto que originalmente se publicó en el periódico Noreste)
Poza Rica, Ver.-“Fui rico y ahora soy el rey
de los pobres”, relata el señor Ehivar Salvador Trejo del Castillo, con 68 años
de edad. Todos los días vaga por las calles y pide limosna para el licor o el
cigarro.
Su rostro y barba sucia, denotan que vive a la
intemperie. Su aspecto es como el de todos los vagabundos, con varios destinos,
barbado, ropa remendada; ve pasar los días mientras busca qué comer y con qué
taparse.
“Trejo” es como le gusta que lo nombren; sus
emociones varían; triste y enojón, de momento canta y frunce la cejas como
añorando tiempos antaños, cuando él tenía empleo, pues fue piloto aviador de un
empresa particular en la ciudad de México, pero cuenta que su destino era
terminar en la calle.
La historia de este personaje es similar a la de
cientos de la región, muchas veces buscan en los basureros de tiendas
comerciales, sobrantes de comida, agua o refrescos. La vida de Ehivar era
distinta. Tuvo la oportunidad de conocer varios estados de la República
Mexicana y vestir “pantalones Levi´s” y hasta fue patinador en pistas de hielo.
Dice ser un refugiado de la región, es de
Huachinango Puebla, llegó a Poza Rica hace más de diez años para integrarse a
la sociedad y en busca de empleo, pero el alcohol y tabaco, lo orillaron a
perderlo todo y hoy vive en la calle.
Duerme a un costado de la biblioteca “Francisco Lira
Lara” de esta ciudad petrolera, ubicada en el norte veracruzano. Mientras
transcurre la entrevista en el parque “Benito Juárez”, saca de sus bolsillos un
pedazo de pan y cachos de cigarro, los revisa al tiempo que dice “estas
chingaderas ya no sirven”.
Este 20 de junio se celebra el “Día Mundial del
Refugiado”, con el lema “Ponte los zapatos de un refugiado y da el primer paso
para entender su situación”, con ello se hace hincapié en la situación de los migrantes.
En esta fecha la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), exhortó a desafiar la intolerancia y la indiferencia hacia personas que
para salvar sus vidas lo han perdido todo.
“Trejo”, cuenta sus aventuras entre las
diferentes clases sociales, “la buena comida”, la comodidad de una habitación.
Intelectual y conocedor de la música; canta el danzón así como melodías de
Agustín Lara y recuerda haber tenido la colección musical de “The Beatles” y
sabe que la banda se integró en Liverpool en 1960 y de su vocalista Jonh
Lenon.
“Ya no quiero nada, sólo estoy esperando a morir,
pero tampoco me voy a suicidar”, dice y de pronto parafrasea una cita bíblica
que Dios aborrece el suicidio. Cuenta padecer cirrosis y sentir dolores en el
abdomen “esto es por tanto licor y cigarro y de cuando me drogaba en mi
juventud” y así continúa como vagabundo, muchas veces solitario, otras
ocasiones acompañado de amigos que están en su misma situación. Siente orgullo
por sus travesías al jurar que conoció de todo.
Al vivir en la calle ha encontrado a personas que lo
conocieron en su juventud, lo invitan a trabajar y reintegrarse a la vida
social, sin embargo comentó que sus días terminarán en la vía pública.
“Me encontró un señor que trabajaba en la maquinaria
con mi padre en Zacatlán, Puebla y me dijo que me llevaba a laborar, pero en
realidad ya no quiero nada”.
Abandonó a su esposa e hijos y refiere que su
matrimonio era disfuncional, como ahora lo es su vida.
Su adicción por las drogas, lo llevaron a la quiebra
y su familia lo relacionó con enfermedades mentales. Han transcurrido más de
diez años, se convirtió en vagabundo y va por las calles levantando cajas y
periódico que le servirán para cubrirse mientras descansa, con la esperanza de
despertar y continuar en la vagancia.
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